La importancia de la fuerza en el rendimiento deportivo

La fuerza es la capacidad neuromuscular de producir tensión de un músculo a través de la interacción de los puentes cruzados (filamentos de actina y miosina) por medio de impulsos nerviosos. Es considerada la capacidad madre, ya que influye de manera determinante en las demás capacidades (velocidad, resistencia y flexibilidad).

Dado que en los deportes entran en acción varias de las capacidades condicionales en distintas expresiones y con distinta preponderancia, podemos influir entonces que la fuerza tiene un papel fundamental en el rendimiento deportivo. Aquella fuerza que es aplicada a la velocidad de un gesto deportivo es considerada fuerza útil. La fuerza de los grupos musculares que intervienen en una fase concreta del movimiento, disminuyen la posibilidad de un fallo técnico. Por lo que el desarrollo de la fuerza debe orientarse teniendo en cuenta las características específicas del deporte.

De acuerdo a la especificidad del deporte, tenemos que tener en cuenta la manifestación de la fuerza en relación con el tiempo. Por ejemplo, en los deportes acíclicos, principalmente precisaremos de altas expresiones de fuerza en el menor tiempo posible. Analizar estas cuestiones nos permitirá determinar en qué nivel de manifestación de la fuerza debemos hacer foco (fuerza máxima, fuerza potencia, fuerza explosiva, fuerza resistencia).

Algunos factores que influyen en la generación de fuerza son: número y tamaños de fibras musculares, preponderancia de tipos de fibras, número de puentes cruzados, ángulo e inserción de los músculos, coordinación intramuscular e intermuscular, reflejos, elasticidad, factores mecánicos, reducción de activación de células inhibitorias.

Para el desarrollo de la fuerza, debemos tener en cuenta dos vías: a nivel tejido muscular (hipertrofia) y a nivel sistema nervioso (coordinación intramuscular e intermuscular):

  • A mayor hipertrofia, potencialmente el músculo estará más preparado para realizar mayor fuerza. Sin embargo, esta condición debe estar en sintonía con las necesidades específicas del deporte. Del mismo modo, hay que analizar en qué momento de la planificación conviene desarrollar la hipertrofia, ya que, si bien aporta una mejora estructural y de base (al influir en la masa muscular y el tejido conectivo), el trabajo sistemático y sostenido de la hipertrofia irá en detrimento de la velocidad de ejecución (por lo que, en deportes que requieran rápida manifestación de fuerza, lo conveniente sería desarrollar la hipertrofia lejos de la etapa competitiva).
  • El sistema nervioso puede generar fuerza más rápida y durante mayor cantidad de tiempo, mejorando el rendimiento deportivo. Para ello, tenemos que considerar la coordinación intramuscular (relacionado con la manifestación de fuerza/tiempo) que corresponde a la inervación de las células musculares, donde los elementos que intervienen principalmente es el reclutamiento de unidades motoras (fibras musculares que son inervadas por una misma motoneurona), la frecuencia del estímulo (cantidad de veces que se activan las unidades motoras en un lapso de tiempo) y la sincronización (relacionado con el índice de manifestación de la fuerza). Por otro lado, la coordinación intermuscular (relacionado con la técnica) es el trabajo coordinado entre los distintos grupos musculares para conseguir una mayor aplicación de fuerza. Cuanto más específicos al deporte sean los ejercicios, mayor será la mejora.

Entonces, si trabajamos el desarrollo de la fuerza progresivamente a través de cargas adecuadas y específicas a la actividad deportiva, dispuestas en una correcta planificación del trabajo y adaptadas a la individualización de nuestros deportistas, lograremos conseguir mejoras tanto a nivel estructural como neural, que beneficiarán la técnica deportiva, potenciando así el rendimiento deportivo.

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